lunes, 17 de septiembre de 2012

Quiero ser Madre Adoptiva

- ¡Anda! ¿Les prefieres mayores? ¿Cómo? Mira, mira ... - Y empieza el despliegue de gracietas de mi amiga y su bebé, ¡Todas, no quedó ni una por hacer! y el colofón - ¿Eh? no es rico, mira que te llega uno como este ¿eh? ¿eh? ¡Aaaaaaay!
Sí, es un bebé lindísimo; pero aparte de que yo Quiero Dos, ese ¡Aaaaaay! final implica que no te has enterado de nada, que no respetas mi forma de pensar, que no tiene porqué ser ni la tuya, ni siquiera la de la inmensa mayoría de las mujeres.
Comparto la emoción de todas mis amigas que querían y han podido ser mamás y me gustan sus niños y las emociones que en ellas despiertan. He disfrutado escuchando sus experiencias, sus partos, sus lactancias, incluso detalladamente sus tratamientos de fertilidad ...
Pero no lo quiero para mi y lo digo sin complejos ni frustraciones: NO LO QUIERO, no me motiva nada esa experiencia. He elegido ser madre adoptiva de manera reflexiva, elegí tener hijos y elegí que fueran adoptados, que fueran unos niños que necesitaran unos padres. Cogerle el testigo a sus padres biológicos, que por las razones que sean no les pueden criar, y continuar una historia ya empezada y hacer todo lo posible para que esa historia tenga un final feliz; esto es lo que a mi me emociona de verdad.
Y me gustaría que después de las gracietas de su niño, mi amiga hubiera dicho en vez de ese ¡Aaaaaaay! un "¿Cómo van las cosas por Etiopía? ¿Qué sabes de tus hijos?" Con la misma naturalidad de la que te cuenta sus vacaciones y luego pregunta por las tuyas. Porque a mi, lo que me genera ansiedad no son mis hijos, sino la incertidumbre en su espera, y no lo paso mal hablando de ellos.
Me hubiera gustado que escuchara lo que yo ya le he contado y lo aceptara como una opción posible. Porque pensar que todas las mujeres queremos lo mismo es como pensar que la mitad de la humanidad sería capaz de ponerse de acuerdo en algo.

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Foto de la cabecera: Ahron de Leeuw